San Miguel y la Unión Tepito
Pese a los esfuerzos de la Secretaría de Seguridad Pública en la Ciudad de México, la realidad es que la Unión Tepito sigue siendo una de las organizaciones criminales más importantes de la capital del país.
Con distintas modalidades en su portafolios delictivo, sobresalen tres: la extorsión a todo género de comercios que se encuentren en su radio de acción; el narcomenudeo en un sinnúmero de colonias y, el manejo de la prostitución de alta gama.
Aquella organización que fundaron el extinto “Pancho Cayagua” y su hermano, terminó por hacerse una pesadilla para cientos de comerciantes en la capital del país, sin olvidar a muchos que tuvieron que bajar la cortina, al no poder seguir pagando la extorsión, so pena de ser levantados y hasta “cocinados”.
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Ha habido periodos de liderazgo en ese grupo criminal que han durado menos de un mes, por lo que es de entenderse que, si sus mandos han tenido semejante rotación, su personal operativo puede llegar a durar menos de una semana, ya sea por detenciones o la muerte.
Entre tantos criminales que han pasado por sus filas y que decidieron seguir su carrera delictiva en forma independiente, se encuentra un antiguo huésped del penal de San Miguel, en Puebla: Erick N.
Hace más de una década que entró al Cereso poblano, por un delito de secuestro. Y apenas ingresó, se dio cuenta del filón de oro que tenía enfrente, convenció a algunos de sus compañeros y crearon un grupo que se especializó en la extorsión.
No pasaron más de unos cuantos meses para que Erick se hiciera de su propio dormitorio en el Cereso poblano, recibiendo suficiente dinero como para mantener tranquilos a sus asociados, a no pocos funcionarios y para ahorrar una cantidad tan abultada como para invertir en varios giros al interior del penal.
Un restaurante, una tienda de distintos productos y por supuesto, la extorsión, fueron el eje de su riqueza, respetando los terrenos de sus vecinos, aquellos que también eran dueños de dormitorios y de un sinnúmero de actividades al interior de San Miguel.
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Posteriormente, se asoció con Jorge Armando N. y Álvaro Uriel N. para falsificar cheques y comprar autos que posteriormente revendían.
Pero un día, alguien de la cárcel tuvo la nefanda idea de conseguir el cadáver de un bebé en un panteón de Iztapalapa y con ello armar un infierno –con medidas rudas como tres traslados de reos peligrosos a otros penales de alta seguridad en el interior del país-, que se hizo noticia nacional, independientemente de que indignó a la opinión pública por lo enfermizo de aquella acción.
Así, los protectores de Erick fueron enviados lejos y se les sigue un proceso penal del que tardarán mucho en salir venturosos.
El personaje mencionado ha estado moviendo las aguas para que la Unión Tepito avance en el control de la institución penitenciaria.
Si lo logran, el negocio no solo se hará adentro del penal sino en la consolidación de San Miguel como un Call center focalizado a la extorsión de personas, más allá de los muros de la prisión, afectando a un sinnúmero de víctimas en varios estados de la República.
Lo anterior se sustenta en el control de los teléfonos celulares y la recarga de tiempo aire, elementos indispensables para generar una maquiladora de extorsiones.
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Los expertos señalan que, como Erick N., hay muchos internos que solo están esperando una oportunidad para hacerse del control de un espacio en el Cereso de San Miguel. Así, el aviso está dado.
La tragedia que unió a un panteón en Iztapalapa y a un penal en Puebla, no ha terminado.
Al menos para quienes han hecho del terror, un modo de ganarse la vida.
De las anécdotas que se cuentan
Una historia más de San Miguel.
Los custodios realizaban sus rondines el pasado martes 22 de marzo en el penal estatal de la capital poblana.
Tras escuchar gritos en una de las celdas, acudieron y encontraron a un interno tendido sobre un charco de sangre “cosido” a puñaladas.
Personal médico de San Miguel indicó que ya no tenía signos vitales.
Los custodios no determinaron quién o quiénes fueron los responsables, por lo que le dieron aviso a las autoridades ministeriales para que realizaran el levantamiento y las investigaciones.
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Llevaron al anfiteatro el cuerpo del interno asesinado, de quien hasta el cierre de este espacio no se ha revelado su identidad ni el delito por el que estaba preso.
San Miguel es un infierno
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*ARD