La inflación, incontenible
El pasado jueves 23 de junio, el Banco de México (Banxico) dio de qué hablar: desde que inició su autonomía, hace más de 27 años, no había aplicado un alza de 75 puntos base a su tasa de interés como la que emprendió ese día.
Así, el lapso de alzas que inició el 24 de junio de 2021 no se detiene, con un referencial del 7.75 por ciento, lo que quiere decir que, acumulándolas, el Banco Central ha incrementado la tasa de interés en la friolera de 375 puntos base.
La Junta de Gobierno de dicha institución, ya anticipó que “vigilará estrechamente las presiones inflacionarias, así como todos los factores que inciden en la trayectoria prevista para la inflación y en sus expectativas”.
Queda claro que ese nuevo aumento de 75 puntos a la tasa, no va ser el último de 2022, considerando que lleva nueve alzas consecutivas y agregando los datos para el espanto por parte del INEGI, que señalan al Índice Nacional de Precios al Consumidor, por la primera quincena de junio, en 7.88 por ciento anual.
Si se ciñe uno a la lectura del INEGI, habrá que ir prescindiendo de refrescos envasados, naranja, papa, pollo y hasta de la energía eléctrica, considerando que fueron los impulsores inflacionarios.
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Haciendo cuentas, la inflación lleva un año y tres meses fuera de los objetivos del Banco Central, por lo que no puede pensarse en forma optimista: el Banxico actualizó al alza su pronóstico inflacionario para 2022, ya que estimó al Índice Nacional de Precios al Consumidor en 7.5 por ciento para cerrar el año.
Los expertos comentan preocupados si la medicina no saldrá peor que la enfermedad, agrediendo a las atribuladas clases medias y deslizándolas a toda velocidad a la pobreza.
Todo indica que así será, pero peor sería no hacer nada.
De las anécdotas que se cuentan
Andrés Manuel López Obrador nombró a Alicia Bárcena y Jesusa Rodríguez como embajadoras de México en Chile y Panamá. Y se apunta que Patricia Ruiz Anchondo fue propuesta para la embajada de México en Colombia, ésta última una nación estratégica para el combate a los cárteles del narcotráfico.
O al menos, lo era.
Un vistazo a la trayectoria de cada una de estas mujeres es suficiente para darse una idea de la pobreza con la que la 4T mide a las embajadas mexicanas en el mundo entero.
Más allá de que Marcelo Ebrard informó que Chile y Panamá ya habían extendido su beneplácito para que Bárcena y Rodríguez inicien sus actividades en ambas naciones, las asimetrías entre las aludidas, son gigantescas.
La bióloga Alicia Bárcena fue directora del Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos, en Yucatán. Después, fue directora del Instituto Nacional de Pesca y de ahí se desempeñó como subsecretaria de medio ambiente en la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca.
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Posteriormente, fue directora del Consejo de la Tierra y después, coordinadora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. De ahí pasó a la Secretaria Ejecutiva Adjunta de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y, después fue Jefa de Gabinete del secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan.
Por lo que se refiere a Patricia Ruiz Anchondo, propuesta para la embajada de México en Colombia, se sabe que estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Chihuahua. Y con Andrés Manuel López Obrador, se desempeñó como procuradora social.
Entre 2003 y 2006 fue delegada de Gustavo A. Madero y es fundadora del PRD, ocupando algunos cargos en la estructura federal y de la Ciudad de México. Y es todo.
De la actriz y cantante Jesusa Rodríguez, se ha escrito lo suficiente.
Esos son tres perfiles, radicalmente distintos. No cabe sino preguntarse cuáles son los motivos para enviar a una científica rutilante a una nación, a una exfuncionaria sin brillo a otra y a Jesusa Rodríguez, a otra más.
Son parte de los misterios que integran a una clase política que opera su toma de decisiones a partir de un denso pastiche formado por fobias, filias e impulsos que llevan un día sí y otro también, al caos.
Y Panamá sigue tragando sapos.
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