Así torturar0n a la sobreviviente del secuestro y ejecuci0n de los hermanos Tirado

La sobreviviente fue amordazada, vendada y torturada con una navaja en el cuello y descargas eléctricas en varias partes del cuerpo, por más de 48 horas

El asesinato de los hermanos Andrés y Jorge Tirado, así como de su tío José Luis González conmocionó a la ciudadanía, pues ocurrió en una de la zonas más ricas de la CDMX. Hoy se conoce más de lo que pasó aquel día, gracias al testimonio de Margarita María Ochoa, la única sobreviviente del caso.

De acuerdo con la transcripción de la entrevista realizada por investigadores de la Fiscalía capitalina a Ochoa y obtenida por el diario El País, la mujer fue amordazada, vendada y torturada con "tocamientos de tipo sexual", una navaja en el cuello y descargas eléctricas en varias partes del cuerpo por más de 48 horas. 

En ese tiempo, la mujer de 72 años pudo escuchar como eran torturados su esposo de 73 años, y sus sobrinos Andrés y Jorge (de 27 y 35) y percibir el momento exacto en el que estos eran asesinados por sus captores para quedarse con el domicilio ubicado en el número 113 de la calle Medellín, en la colonia Roma.

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Las víctimas y los presuntos culpables convivieron en la casa de dos plantas por un periodo de siete meses. En la parte de arriba vivían Ochoa, Gonzáles y los hermanos Tirado. Mientras que abajo lo hacían Blanca Hilda Abrego (madre), Sally Mechaell Arenas (hija), Randy Arenas (nieto) y un segundo nieto de tres años del que se desconoce el nombre.

El novio de Sally, Azuher Lara, también pasaba mucho tiempo en la residencia. Cabe destacar que los cuatro adultos ya fueron procesados y se encuentran en prisión preventiva. A ellos se suma otra presunta cómplice detenida, identificada como Rebeca. La Fiscalía espera dar pronto con los otros sospechosos.

El secuestro

Según en testimonio de la sobreviviente, la pesadilla habría comenzado el viernes 16 de diciembre a las 14:00 horas cuando Azuher Lara (el novio) subió a la planta alta para pedirle a José Luis González que moviera su coche, pues obstruía el paso de un técnico que había llegado a arreglar la lavadora.

Cinco minutos después, Azuher Lara (el novio) volvió para decirle a la sobreviviente que el señor González se había caído y tenía una herida en la rodilla, pero al bajar la esposa se encontró con su esposo “tirado en el piso, maniatado y con la cara cubierta de cinta tipo canela pero de color plateado”, así como a entre "8 a 10 personas, todas las cuales estaban cubiertas de cara” quienes se abalanzaron sobre ella, la amordazaron y la vendaron.

Los presuntos criminales la amenazaron, le hicieron cortes en el meñique y en la planta del pie izquierdo para luego llevarla junto a su esposo a otra habitación donde lo tiraron al suelo y a ella boca abajo en la cama.

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Ahí, dos mujeres le pusieron una navaja en el cuello y le dieron pequeñas descargas eléctricas para obtener su información bancaria misma con la que retiraron 6 mil 900 pesos de una de sus cuentas mientras estaba cautiva.

Después, la esposa pudo escuchar gritos que venían desde el salón y un ruido que sonó "como un disparo" aunque no pudo asegurar el origen. Luego los captores aparecieron con sus sobrinos a quienes también interrogaron sobre sus datos bancarios. Uno aseguró que sólo tenía un sobre con dinero en la casa y el otro dijo que no disponía de efectivo.

El suplicio

“A partir de ese momento comencé a escuchar ruidos fuertes de agresión hacia mis sobrinos. Asumo que eran ellos porque también escuché patadas como si se estuvieran defendiendo. También escuché que alguien se estaba ahogando. No puedo precisar el tiempo que pasó, pero dejé de escuchar la voz de mis sobrinos y en su lugar escuché que una mujer dijo: ‘Este ya está muerto’”.

Luego de escuchar el anuncio de sus captores, la mujer de 73 años presenció a uno de ellos abrir una bolsa de plástico y arrastrarla por el suelo.

“Cuando movieron a mi esposo puedo asegurar que él estaba vivo porque escuché un quejido. Después ya no escuché nada más”.

Entonces Ochoa comenzó a esperar su turno, pues pensaba que iban a matarla. Se quedó en la habitación con un hombre que la custodiaba y tiempo después llegó un segundo hombre que amenazó con violarla. Ella le advirtió que no se atreviera porque "podía ser su abuela", pero esto no detuvo a secuestrador que la agredió con "tocamientos de tipo sexual".

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Después los tipos la dejaron sola y en ese tiempo logró zafarse de la venda y las cuerdas que la amordazaban y trato de llegar a la azotea para pedir auxilio, pero fue descubierta. Los secuestradores la ataron de nuevo y le colocaron una tela en la cabeza para llevarla  a una bodega en la planta baja donde la sujetaron primero a una silla de ruedas y luego a una cama.

Fue hasta el domingo cuando Margarita comenzó a sentirse deshidratada y pidió agua que le suministraron junto a unas rodajas de manzana.

Entonces, Blanca Hilda Abrego curó las heridas que le habían hecho en el pie izquierdo y la dejó bañarse, dejando al descubierto una herida sangrante en el costado izquierdo del pecho. La esposa escuchó que Blanca Hilda Abrego tenía problemas con los cuerpos. Era domingo y comenzaba a asustarse por lo que quería deshacerse de las pruebas.

Sin embargo, la policía se le adelantó. Al llegar, los oficiales descubrieron a la esposa amarrada a la silla de ruedas, en el salón de la planta baja; y los tres cuerpos de sus familiares, muertos desde el viernes. En tanto, Blanca Hilda Abrego, su hija y su yerno se encontraban en otra habitación.

La disputa por la casa

De acuerdo con la principal línea de investigación, los secuestradores habrían dejaron con vida a la mujer para que esta les cediera la propiedad de la casa ubicada en Medellín 113 propiedad de dos hermanos de la esposa.

El hermano que vivía allí, identificado por las iniciales C.G.O.A., falleció en mayo pasado y era cuidado por Blanca Hilda Abrego desde al menos 2004. Todo ello como parte de un acuerdo en el que ella cobraba 1 mil 800 pesos a la semana y podía vivir en la planta baja de la vivienda junto a su hija y sus nietos.

Una vez que el anciano murió, la señora Ochoa viajó a la capital desde Hermosillo para ir al entierro y se quedó a vivir en la casa por recomendación de un abogado y amigo de la familia quien le advirtió que Blanca Hilda Abrego “tenía la pretensión de quedarse con dicho inmueble”.

Tiempo después llegó su esposo y permitieron que Abrego y su familia siguieran viviendo en la primera planta mientras encontraban otro hogar.

Esta no era la primera vez que la esposa conocía las pretensiones de Blanca Hilda Abrego, pues en 2019 cuando el dueños de la casa se puso enfermo, esta le pidió que le firmara unos documentos que la reconocían como “concubina” del anciano con el objetivo de cobrar una pensión de viudedad.

Margarita María Ochoa aceptó, pero con la condición de firmarlos después de la muerte de su hermano. Sin embargo, cuando el anciano falleció Blanca Hilda Abrego aseguró que su antiguo paciente había dejado el inmueble a su nombre.

“No puede ser posible, mi hermano jamás habría hecho tal cosa”, declaró Margarita María Ochoa y agregó que cuando fue al banco para comprobar las propiedades de su hermano, se enteró de que este la había dejado a ella como titular de una cuenta con 2 millones 700 mil pesos.  La señora Blanca Hilda Abrego (supuestamente enfermera) también habría dispuesto del dinero de otra cuenta.

En cuanto a los hermanos Tirado, quienes se desempeñaban como músico y actor, Margarita María Ochoa dijo que llevaban ocho años en la capital, pero en junio pasado los invitó a vivir en el domicilio de Medellín pensando que serían una buena compañía y considerando que no generaban ingresos estables.

Al momento en que sus sobrinos y su esposo fueron asesinados, Margarita María Ochoa estaba a punto de regular la herencia de la casa, una vivienda que sus hermanos heredaron a su vez de su abuela y de la que había obtenido el poder para venderla.