Rey del ‘cash’

Del Reportero

El libro escrito por Elena Chávez, exesposa de César Yáñez, actual subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación federal, tiene distintos públicos.

A nivel popular, el texto es claramente invisible. En un país que se lee poco y menos aún en papel, pasará inadvertido para la aplastante mayoría, que seguramente forjará un criterio sobre el libro, basado en lo que los analistas digan a su leal saber y entender.

Un grupo infinitamente menor, que sí lee, seguramente se aglutinará en dos conjuntos: el que documentará su rabia en contra de Andrés Manuel López Obrador y el que considerará que el texto es una infamia más, producida por los esbirros del conservadurismo. Acaso habrá un tercer colectivo que lo leerá y optará por ser objetivo.

Las especies de Chávez son al estilo de Anabel Hernández, en donde solo queda creer o no creer lo que dice la autora, porque no hay evidencias incontrovertibles.

De lo que no cabe duda es que Gabriel García, el hoy senador, es una fuente ambulante de información que tiene mejores datos en la mente que todas las filtraciones de Guacamaya.

Que Marcelo Ebrard y Mario Delgado entregaron ríos de dinero a Alejandro Esquer y que con ese numerario se fue construyendo Morena y la prosperidad de López Obrador, es una certeza que una porción minúscula de la sociedad, tiene construida desde hace décadas.

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El libro de Chávez no es WikiLeaks ni Guacamaya Leaks.

Solo es un testimonio en el que se puede creer o descreer. Pero hasta ahí.

A la Fiscalía General de la República le importa muy poco si hay material para investigar, porque el potencial indiciado es el que tiene el control del botón para encender la pira del escándalo o mantenerla apagada.

En un país en el que no pasa nada, el ruido solo da pie a otro nuevo escándalo. Y así sucesivamente, más allá de partidos y protagonistas. El cinismo es el motor del Estado.

 

De las anécdotas que se cuentan

Javier Valdéz escribía incesantemente y lo hacía muy bien. No se limitó jamás a la nota cumplidora sino a trabajar con denuedo su columna en el semanario que fundó junto a Ismael Bojórquez Perea, Río doce.

Desde febrero de 2003, Valdéz entregaba un producto raro en el gremio periodístico: combinaba docenas de datos duros con una solvente prosa literaria, hasta que fue ejecutado a las puertas del semanario el 15 de mayo de 2017.

A velocidad de paquidermo fueron avanzando las investigaciones y finalmente se supo de su autor intelectual: Dámaso López Serrano, hijo de Dámaso López, “El Licenciado”, uno de los hombres más cercanos a Joaquín Guzmán y de quien se ha sospechado eternamente que lo traicionó en algún momento previo a su última y definitiva detención.

López Serrano pagó 100 mil pesos para que sus sicarios dieran cuenta de uno de los periodistas mejor informados y más talentosos de México.

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Bien asesorado, Dámaso López se entregó voluntariamente a la DEA en Calexico West, el 27 de julio de 2017. En enero de 2018, se le declaró formalmente culpable por conspiración para distribuir metanfetaminas, cocaína y heroína, con fines de importación ilegal.

No acababa de llegar a prisión y Dámaso López comenzó a negociar una notoria reducción a su condena. Fue uno de los testigos estelares en el juicio contra Emma Coronel Aispuro. 62 meses después, purga su condena en libertad.

Los especialistas comentan que Dámaso López tendrá una nueva identidad y como es de entenderse, no tiene el menor deseo en regresar a México. En cuestión de semanas sería objetivo de algún atentado por el reguero de pólvora que ha dejado en el camino.

La viuda de Javier Valdéz tronó por la liberación de Dámaso López: “Exijo al gobierno mexicano apelar la resolución para que pueda de inmediato ser extraditado a México y rinda cuentas por el crimen de Javier Valdez”, escribió Griselda Triana.

Triana puso el dedo en la llaga: en el proceso contra Dámaso López no ha considerado la muerte del fundador de Río Dice.

Habrá que ver si la Fiscalía General de la República y la Cancillería se aplican a apelar la liberación de López, personaje que tenía una guerra personal contra los hijos de Joaquín Guzmán y que según dicen los que saben, tenía otro frente abierto con Ismael Zambada.

Como sea, mientras “El Mini Lic” camina con cierta tranquilidad en los Estados Unidos, una viuda exige justicia.

Con todo, Malayerba sigue dando de qué hablar.

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