La pandemia de Covid-19 y la cuarta ola, han metido a las escuelas en una nueva encrucijada. A la enorme dificultad para retomar el trabajo presencial en las aulas en este ciclo escolar, bajo la amenaza constante a la salud de las comunidades escolares, por un lado, y por el otro a la decisión inflexible de la autoridad, no sólo para permitir un modelo híbrido como se había considerado, sino obligar a padres de familia y alumnos a acudir a las escuelas; debemos anticipar, por la evidente inviabilidad de las decisiones y acciones tomadas, el fracaso en los propósitos de la educación pública y de la enseñanza y aprendizaje de los alumnos.
No es posible, aquí y en ninguna parte del mundo, tener buenos resultados en los objetivos de la educación cuando las comunidades escolares se enfrentan a tantos problemas y tanta incertidumbre derivados de la pandemia: ausentismo de alumnos en un alto grado, falta de recursos, insumos y servicios básicos en las escuelas para garantizar condiciones de sanidad y la instalación de filtros sanitarios; falta de conectividad, herramientas y equipos tecnológicos (los docentes los aportan con sus propios recursos), deficiente sistema de seguridad social y protección médica para trabajadores de la educación; sin aplicación de la vacuna para la mayoría de los alumnos y varias dificultades más que de manera directa e indirecta tienen un impacto en las escuelas, sus actores y los resultados que se pretenden.
Estos problemas, por citar sólo un ejemplo, generan un desorden terrible en la organización escolar y dan al traste con cualquier intento de hacer de la educación un proceso de equidad e incluyente, corresponsable socialmente hablando y participativo desde la función que cada actor que interviene debe guardar.
Por más que se pretenda simular, no hay articulación entre autoridades, directivos y docentes sobre lo que la escuela debe hacer y lo que puede hacer por las condiciones que se enfrentan; el maestro no puede organizar sus actividades para su grupo y los subgrupos varios que se han generado dentro el mismo, es decir, los que acuden presencial, los que reciben atención de manea virtual, los rezagos, y aquellos que por varias razones han abandonado la escuela, además de la atención a padres, la revisión de tareas y el seguimiento a su planeación con la dispersión de sus alumnos en esos subgrupos, sin contar con la elaboración de documentos, informes y demás, pese a la cacaraqueada descarga administrativa que siempre resulta una falacia.
Más allá de aplicar la norma y de sujetar en una camisa de fuerza a las escuelas y a las comunidades escolares, es urgente considerar la realidad en la que hoy existe el contexto escolar, apoyar verdaderamente y sin simulaciones a los maestros y a los padres de familia, y generar condiciones que consideren y favorezcan mejores escenarios para atender las necesidades de aprendizaje de los alumnos, dentro y fuera de las aulas.
Hacer posible la flexibilidad en el trabajo para los docentes y prescindir de la burocracia administrativa, subsanar las necesidades básicas y de infraestructura de las escuelas (agua potable, conectividad e insumos sanitarios), implementar la vacuna para todos los alumnos, incluso ser más empáticos socialmente hablando, para con las condiciones actuales y a lo que se enfrentan las comunidades escolares, son cosas urgentes de resolver, en tanto la pandemia de Covid-19 nos da el respiro que todos necesitamos, veremos…
L@S REDES: Con ideas nuevas, proyectos, muchas ganas, pero sin dinero y en muchos casos endeudados a más no poder, comienzan su gestión la mayoría de los ayuntamientos del estado, algunos de los cuales incluso no tienen recursos ni para la nómina de su primer mes, por lo que dar continuidad a la prestación de servicios e iniciar algunas acciones y obras será cosa harto difícil y todo un desafío. Pero esta situación de prácticamente quebranto financiero, es un mal crónico que los ayuntamientos del estado vienen enfrentando las últimas dos décadas, por lo que la sucesión en cada administración implica una reinvención de las finanzas y en muchos casos, que la deuda pública que enfrentan crezca a niveles impagables. Lo peor de todo es que las últimas gestiones en muchos ayuntamientos, han concentrado mayores esfuerzos en la administración de las deudas, más que en la gestión de la inversión en obras y acciones dirigidas a la población, de allí que el reflejo de este problema sea el evidente deterioro de los municipios, que como en el caso de la capital del estado, han derivado en el abandono de los servicios públicos más básicos y la ruina de la urbanidad, cancelando al mismo tiempo, las posibilidades de crecimiento económico y social, veremos si algunos municipios aguantan un trienio más…
*IR